sábado, 24 de novembro de 2007

Não vi na mídia brasileira: PETRODOLARES, INVERSIONES Y UNA FUERZA DE TAREAS

Las diferencias de peso, más Chávez, en el eje entre Argentina y Brasil

Por: Alcadio Oña
Clarín

ALIANZA. LULA Y CRISTINA FERNANDEZ, EL LUNES, EN BRASILIA.

Dentre varias interpretaciones más, una es ver al eje Brasil-Argentina, que parecen haber alumbrado Cristina Kirchner y Lula da Silva, como la intención de articular una estrategia común en América del Sur. Otra, para nada contradictoria, que sea una fórmula para acotar las ambiciones de Hugo Chávez en la región, tal cual también se deduce de arranque.

Hay un detalle nada insustancial, que le pone marco a cualquier especulación apresurada. El lunes, simultáneamente con la cumbre entre Cristina y Lula en Brasilia, la Argentina cerraba con Venezuela la colocación de un bono por 500 millones de dólares. La plata entró al Tesoro Nacional el martes, en efectivo, y ayudará a dejarle aliviadas las cuentas externas a la Presidenta electa, durante el primer semestre de 2008.

Fue una movida calculada al milímetro, hecha en secreto, para evitar cualquier interferencia de los bonistas -sus abogados, en realidad- que en Nueva York pleitean contra el país. Más que seguro, Cristina estuvo al tanto de toda la movida.

Con el mercado internacional cerrado, Venezuela se ha convertido en una fuente de financiamiento crucial para la Argentina: incluida la operación de esta semana, Chávez ya ha contribuido con más de 5.000 millones de dólares. Gesto fuerte, igual que el gasoil y el fuel oil que bombea hacia acá para amortiguar los sofocones del sistema energético. Eso sí, todo a precios de mercado.

Una cosa es, entonces, acotar las ambiciones de Chávez y otra enfrentarse a Chávez. Está claro que cualquier estrategia regional, la que fuese, pierde sentido con Venezuela afuera: aun con fricciones recurrentes -antes, ahora y más adelante-, es algo que bien saben Lula y el Gobierno argentino.

Está fuera de discusión, acá, la utilidad que puede acarrear un eje con Brasil. Pero también resulta inevitable computar unas cuantas y notorias diferencias de estatura, en la relación bilateral. Entre ellas, las macroeconómicas:

  • El PBI brasileño es cuatro veces mayor al argentino.

  • Las reservas del Banco Central de Brasil ascienden a 176.000 millones de dólares, contra 43.400 millones del BCRA local.

  • Entre enero y octubre, las exportaciones brasileñas totales montaron a US$ 156.000 millones y el superávit comercial, a 42.700 millones. Para nueve meses, las estadísticas del INDEC le dan a la Argentina: US$ 39.400 millones y US$ 7.190 millones, respectivamente.

    Si se quiere más micro, un trabajo de la consultora Abeceb revela otras asimetrías estructurales igualmente significativas. La industria brasileña es cuatro veces más grande que la nuestra. El sector alimenticio, cinco veces. En textiles, indumentaria y calzado, la brecha es de casi seis. Siete veces, en equipo de transporte. Y arriba de doce, en maquinaria y aparatos eléctricos.

    Diferencia potente es, también, el financiamiento de las inversiones. El Banco de Desarrollo de Brasil (BNDES) tiene una cartera de créditos, a tasas de interés bajas, equivalente a US$ 83.000 millones. Su similar aquí, el BICE, prestó el año pasado por apenas 277 millones.

    Vuelta al cuadro regional y a los pesos relativos de los actores. Así América del Sur resulte un mercado fuerte y nada despreciable para sus exportaciones manufactureras, hace tiempo que Brasil ha trasvasado el enfoque puramente comercial. Pesan, crecientemente, las inversiones y la expansión de sus grupos empresarios en toda la zona. Es lo que se nota, acá, en sectores tan diversos como el frigorífico, la siderurgia y el cemento. Estrategia acompañada desde el Estado, mucho más que operaciones de oportunidad.

    Parte de esa misma dinámica, es el empeño que Brasil pone en garantizarse el abastecimiento de energía y en montar una infraestructura regional que apoye su proyección. Y, a la vez, en atender otros flancos también sensibles: la seguridad, la defensa, el narcotráfico y el impacto del cambio climático.

    Con cierto enfoque crítico hacia la burocracia propia, esta radiografía aparece en un muy reciente trabajo de un equipo de académicos, consultores, analistas de empresas y periodistas brasileños. Fue constituido bajo un nombre que acá trae malos recuerdos: Fuerza de Tareas de Brasil en América del Sur.

    La conclusión del documento es que a su país se le abren dos caminos, diferenciados, aunque en varios puntos confluyentes. Uno, que Brasil apueste con todo a sus intereses en la región, la potencie, la juegue en los foros internacionales y haga mayores concesiones a los vecinos menores. Otro, darle prioridad a la integración en la economía mundial y que esto "demarque" su política regional.

    En fin, complejidades de las políticas de Estado. Si se prefiere, articulaciones internas, amplias e ineludibles, cualquiera fuese el eje que se proyecte.
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