domingo, 25 de novembro de 2007

Brasil toma las riendas en Latinoamérica

Lula da Silva y Hugo Chávez
AmpliarLula da Silva y Hugo Chávez- REUTERS



Nuevas reservas de gas y crudo reafirman su papel de potencia regional y le permiten desmarcarse de Chávez y Morales

J.M. - EL PAÍS


Ni el petróleo de Venezuela ni el gas de Bolivia. Con dos anuncios casi simultáneos el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ha colocado a Brasil como la principal potencia energética de Latinoamérica a medio plazo tanto en la mirada de sus vecinos como de la inversión internacional. Brasilia ha revelado el descubrimiento de una reserva gigante de gas y petróleo frente a la costa del Estado de São Paulo y al tiempo ha decidido descolgarse del proyecto del venezolano Hugo Chávez de construir un gasoducto desde el Caribe hasta el Río de la Plata, el pilar sobre el que descansaba el proyecto energético -y político- del presidente de Venezuela para la región.

Brasil nunca ha ocultado que considera a Suramérica su área de influencia estratégica, y los acontecimientos sucedidos en los dos últimos años en torno a los proyectos populistas en países de la zona como Venezuela y Bolivia habían despertado las alarmas en el Ejecutivo y la diplomacia brasileños. Y no tanto por el carácter político de los Gobiernos de Caracas y La Paz, que ha sido bien manejado por Lula, como por la dependencia energética en la que se estaba sumergiendo el gigante suramericano, que importa el 50% del gas que a diario consume su industria de Bolivia y se había comprometido en el supergasoducto propuesto por Chávez que de construir colocaría a Venezuela en una posición de preeminencia en la política energética del subcontinente.

"Dios es brasileño"

Por eso no es de extrañar que esta semana Lula declarara eufórico "está comprobado que Dios es brasileño" al comentar el hallazgo de unas reservas de crudo ante la costa brasileña que no sólo consagran la ya lograda en 2006 autosuficiencia petrolífera del país carioca sino que lo convierten en un exportador potencial. Itamaraty, el nombre de la sede de la potente diplomacia brasileña, evalúa incluso pedir una solicitud de ingreso en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

El descubrimiento del yacimiento de Tupí, situado frente a la ciudad costera de Santos, supone que Brasil ha encontrado en una sola zona el 50% de todo el crudo que ha tenido disponible en los últimos 50 años. Las prospecciones señalan que en Tupí hay entre 5.000 y 8.000 millones de barriles de petróleo. A día de hoy Brasil extrae 1.800.000 barriles diarios, con unas reservas calculadas -y en las que no entra el nuevo yacimiento- de 12.500 millones. "Ahora me llaman magnate del petróleo", bromeaba Lula con la presidenta electa argentina Cristina Kirchner, durante la visita que ésta hizo a Brasilia esta semana.

El fin de la dependencia energética ha sido una política de Estado brasileña y una prioridad llevaba con un bajo perfil político por la Administración de Lula. No hay que perder de vista que Brasil se halla a la cabeza de la producción y explotación de biocombustibles. En el país no se vende ni un litro de gasolina que al menos no lleve biocombustible en un porcentaje en torno al 20%, y el mismo mandatario brasileño trata de exportar este modelo al resto del continente. Un proyecto en el que tiene por socio a EE UU. Desde hace décadas se está multiplicando la superficie destinada al cultivo de caña de azúcar, de la que se obtiene el etanol, y sólo en los próximos tres años Brasilia invertirá 15.791 millones de euros en ciencia y tecnología, donde la producción energética tiene un papel clave.

El Gobierno no ha relativizado en lo más mínimo lo que supone el hallazgo del petróleo para su política nacional, y el ministro de Defensa, Nelson Jobim, ya ha pedido que la capacidad militar de Brasil sea incrementada. "En el momento en el que se tiene una gran riqueza nacional en el área del Atlántico, tenemos que estar en condiciones de defenderla". Jobim anuncia que el país tendrá submarinos de propulsión nuclear. La defensa de la riqueza natural es la misma línea de argumentación empleada para justificar la construcción de bases militares en la frontera amazónica, decisión que despierta recelos en Bolivia.

En paralelo, y tratando de no dar trascendencia al anuncio, la petrolera estatal Petrobras se ha descolgado del proyecto de construir un complejo gasístico denominado Mariscal Sucre, pieza indispensable en el megaoleoducto que apadrina Chávez. "No es atractivo para nosotros", reconoció su presidente, Sergio Gabrielli.

A nadie se le escapa que, como el mismo Lula ha declarado, "Petrobras es Brasil y Brasil es Petrobas", y que su Gobierno ha hallado una manera no traumática de descolgarse de un proyecto faraónico con un presupuesto de 23.000 millones de dólares, un desembolso inicial de 8.000 millones, grandes complicaciones técnicas, y una ventaja relativa para el país que debía albergar la mayor parte de los 7.000 kilómetros de tubería.

Brasilia pretende que la desactivación práctica del proyecto de Chávez le produzca los mínimos roces con Caracas, y así el martes el ministro de Exteriores, Celso Amorim, salió en defensa de la integración de Venezuela en el Mercosur ante las críticas de la oposición brasileña. Hace dos meses el presidente venezolano protagonizó uno de sus habituales duelos de declaraciones, esta vez con el Senado brasileño, a quien acusó de "repetir como un loro" las críticas de Washington hacia su régimen.

Por el contrario, el Gobierno de Lula es amistoso en las formas con su homólogo venezolano, pero a nadie se le escapa que ambos persiguen el objetivo de convertirse en referente energético regional y están en un rumbo de colisión que tarde o temprano se producirá. Lula y Chávez tienen previsto reunirse en diciembre, en una cumbre trimestral ordinaria, para tratar sobre energética. Lula acudirá al encuentro en una posición muy diferente y de mucha más fuerza que en el pasado.

Redes tendidas en la vecina Argentina

Apenas horas después del anuncio de la gran reserva de petróleo en la costa atlántica, Brasil ya ha comenzado a cortejar a algunos de sus vecinos para atraerles a la esfera de influencia de su proyecto energético. Así Marco Aurelio García, el influyente consejero en política internacional del presidente Lula da Silva, ha revelado que los técnicos brasileños estiman que en aguas argentinas también hay unas reservas semejantes a las encontradas y ha pedido la colaboración en el proyecto de la brasileña Petrobras con la empresa argentina pública Enarsa. En otro detalle no menor que indica el interés brasileño en la alianza con Argentina, fue Lula en persona quien adelantó personalmente la noticia del hallazgo del yacimiento brasileño al presidente Néstor Kirchner durante la pasada Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile.

Como parte de la misma política, Petrobras va a anunciar esta semana importantes inversiones en una central térmica cercana a Buenos Aires que aumentará para 2010 en más de un 30% su capacidad de producción. Esta inversión supone un fuerte gesto hacia la Administración argentina -y en particular hacia Cristina Kirchner, quien se ha reunido con Lula antes de jurar como presidenta, el próximo 10 de diciembre-, enfrentada a una crisis energética casi crónica debido al fuerte aumento de la demanda y a la deficiencia de las infraestructuras.

El próximo paso de la alianza energética entre Brasilia y Buenos Aires se dará previsiblemente en la cooperación nuclear, una tecnología que ambos países se han declarado dispuestos a desarrollar y un campo en el que Argentina tiene ya experiencia de exportación de reactores nucleares, como el inaugurado este mismo año en Australia. El Gobierno de Kirchner reactivó el Plan Nuclear Argentino en agosto de 2006. Venezuela se ha mostrado interesada en adquirir un reactor argentino, sin que se haya producido respuesta concreta por parte de Buenos Aires.

Nenhum comentário: